En el marco de la celebración del Día Internacional del Bastón Blanco, se llevó a cabo en Reynosa la novena caminata de las personas con discapacidad visual, organizada por la fundación Miradas de Esperanza.
Más de 30 participantes, en su mayoría menores de edad, salieron a las calles para recorrer distintos puntos de la ciudad. Aunque reconocen avances en materia de infraestructura, señalaron que aún falta mucho por hacer para construir espacios verdaderamente accesibles que les permitan desplazarse con seguridad.
La coordinadora académica de la fundación, Mirsa Ramírez Reyes, destacó que algunos aspectos se han mejorado, pero persisten limitaciones importantes.

“Se han corregido algunas cosas, pero no son totalmente accesibles para todos. Faltan los mapas táctiles en alto relieve para que las personas con discapacidad visual puedan identificar las rutas o el plano de las calles y orientarse con mayor facilidad”, explicó.
Como parte de la conmemoración, se invitó a alumnos de diversas universidades a caminar con los ojos vendados para experimentar las dificultades que enfrentan las personas con discapacidad visual en su vida cotidiana.
Una de las participantes, Alexa Tolentino, compartió su experiencia al realizar el recorrido sin visión.
“Me siento muy extraña, sólo me oriento por los sonidos alrededor. Es una sensación difícil; la ciudad no está adaptada para que ellos puedan andar con facilidad, así que debe ser un reto enorme trasladarse todos los días”, expresó.

Otra estudiante universitaria coincidió en que los entornos urbanos presentan obstáculos incluso para las personas sin discapacidad.
“Ellos se tienen que adaptar a este entorno, cuando nosotros deberíamos adaptarlo a ellos. Hay banquetas con desniveles, baches y superficies irregulares que hacen muy complicado caminar; no me imagino lo que significa para quienes no pueden ver”, comentó.
Entre los asistentes destacó la participación de Alejandra Sánchez, integrante de Miradas de Esperanza. Ella y su hermana fueron diagnosticadas con debilidad visual desde pequeñas y forman parte activa de la fundación, impulsando la inclusión y la empatía social.

“Falta mucha infraestructura y empatía. No sólo se trata de personas con discapacidad, también de peatones que caminan por banquetas o calles en mal estado. En una ocasión, por cuidar la parte baja de la banqueta, me golpeé la cabeza con la protección de un aire acondicionado. Necesitamos vialidades dignas y seguras para todos”, expresó.
La caminata, más allá de ser un acto simbólico, permitió visibilizar las carencias urbanas que dificultan la movilidad de las personas con discapacidad visual. Los organizadores señalaron que el propósito es pasar de tener una ciudad que solo se vea bonita, a una que sea verdaderamente funcional e incluyente para todos sus habitantes