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Obispo advierte que la envidia es origen de múltiples pecados

Por: Víctor Hugo Guerra

17 Noviembre 2025, 14:36

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El obispo de la Diócesis de Matamoros–Reynosa, Eugenio Andrés Lira Rugarcía, compartió su reflexión y dijo que es un serio obstáculo para la vida espiritual.

Obispo advierte que la envidia es origen de múltiples pecados

Durante una de sus más recientes homilías, el obispo de la Diócesis de Matamoros–Reynosa, Eugenio Andrés Lira Rugarcía, reflexionó sobre la envidia y advirtió que este sentimiento es el origen de numerosos pecados y un serio obstáculo para la vida espiritual. El jerarca explicó que la envidia no solo aparece cuando una persona desea lo que otro tiene, sino cuando surge coraje ante el bienestar ajeno e incluso el deseo de que dicha persona pierda aquello que posee.

En su mensaje, el obispo profundizó con una descripción puntual: “La envidia es cuando siento coraje de que otro tenga lo que yo quiero y hasta quiero que lo pierdas”, señaló. Añadió una reflexión atribuida a San Agustín para ilustrar la gravedad de este comportamiento: “El envidioso no quiere lo que el otro tiene, quiere que todos se sientan tan mal como él se siente”. Según dijo, esta actitud refleja el malestar interior que acompaña a quienes viven dominados por este sentimiento.

Lira Rugarcía advirtió que la envidia afecta directamente la relación del ser humano con Dios, al afirmar que “ese es el envidioso, el que siente coraje de que el otro se sienta mejor; eso obstaculiza nuestra unión con Dios, nuestra relación con Dios”. Señaló que este sentimiento distorsiona la capacidad de amar y de compartir, lo cual se refleja también en la convivencia diaria.

El obispo destacó que las manifestaciones de la envidia pueden surgir en diversos entornos, desde los espacios laborales y sociales hasta el propio núcleo familiar, generando conflictos, tensiones y un deterioro en las relaciones humanas. Por ello, hizo un llamado a quienes reconocen este sentimiento en su interior, a transformarlo y abandonarlo.

Pidió sustituir la envidia por actitudes de fraternidad, empatía y comprensión, recordando que estas virtudes no solo fortalecen la relación con Dios, sino que también permiten construir vínculos más sanos en la comunidad.

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