A sus 24 años, Julissa Magallanes Cermeño ha demostrado una fortaleza inquebrantable al sortear una grave insuficiencia renal que la obligó a pasar por dos trasplantes de riñón.
Tras años de complicaciones y una larga espera, la joven ha recuperado su calidad de vida gracias a la donación de órganos.
A Julissa se le diagnosticó insuficiencia renal hace más de nueve años.
Su primera esperanza llegó en 2016 con un trasplante de donante vivo, siendo su madre quien le dio ese primer órgano.
Sin embargo, en 2022, su cuerpo rechazó el riñón, sumergiéndola de nuevo en un extenuante régimen de hemodiálisis y constantes citas médicas.
El segundo trasplante, realizado en la Clínica 25 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) le dio una segunda oportunidad de vida.

En entrevista, Magallanes Cermeño relató la dificultad de vivir con la enfermedad y la extenuante espera por un segundo donante.
“El primer trasplante fue en 2016 y hubo rechazo apenas en 2022. Estuve un tiempo en hemodiálisis y apenas en julio de este año me hicieron el trasplante,” comentó Julissa.
La hemodiálisis limitó severamente su vida. Julissa tuvo que restringir actividades cotidianas y, sobre todo, dejar de lado los viajes debido a las sesiones médicas obligatorias dos días a la semana.
Durante los tres años que pasó en diálisis, la joven confesó que en momentos llegó a perder la esperanza de recibir un nuevo órgano, pensando que su vida quedaría confinada a los tratamientos permanentes.
“La verdad sí llegué a pensar. Lo llegué a ver imposible. Yo dije, pues no, nunca me van a llamar y voy a vivir en hemodiálisis. Sí lo llegué a ver muy imposible”, confesó.
La razón de la larga espera, explicó Julissa, radica en la baja tasa de donación de órganos en el país.
