En México, millones de niños y niñas cargan una sombra invisible pero real y preocupante.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) confirma: somos el país número uno en acoso escolar a nivel mundial.
A nivel nacional, Nuevo León también ocupa los primeros lugares.
El acoso escolar ocurre cuando la agresión es intencional y constante, cuando hay una desigualdad de “poder”, ya sea por edad, estatura, fuerza o popularidad, y cuando el agresor justifica su violencia basándose en diferencias de raza, religión, género, origen, clase social, discapacidad, orientación sexual o simplemente apariencia.
Acoso es normalizado
Se estima que siete de cada diez niñas, niños y adolescentes han sido víctimas de violencia en las escuelas, espacios que deberían ser seguros para todos.
Esto equivale a más de 18 millones de alumnos de primaria y secundaria. Apodos, burlas, robos, empujones, golpes.
Una violencia disfrazada de “broma” o “juego”.
“El acoso viene a ser una situación en donde problemas individuales del agresor, de la víctima y también de los espectadores se conjuntan”, señala la psicoterapeuta, Kennington.
Un problema que muy pocos han abordado
México se mantiene en primer lugar mundial desde al menos 2012 en acoso. Durante décadas, lo que hoy se reconoce como agresión se consideraba “normal” y se justificaba con frases como “cosas de niños”. De hecho, ni siquiera existía una palabra para nombrarlo.
El término ‘abusivo’ nació en los años 70 y comenzó a estudiarse en 1982. En México, no formó parte del discurso público hasta 2005, cuando especialistas alertaron sobre su gravedad como problema social y educativo.
“Uno pues lo dejaba pasar, o sea uno nunca decía nada por más de que le dijeran cosas, uno se quedaba callado por lo mismo porque si hablaba pues era igual. Era menos que hoy, hoy sí está el bullying a todo lo que da”, fue lo que dijo Josefina Coronado, una mujer de 56 años quien recuerda lo que ella conocía como acoso.
“Generalmente es algo con lo que aprender a vivir o se acostumbrar a vivir pero no lo externan. Casi siempre todas las personas que tuvieron este abuso, este bullying infantil o en la adolescencia lo bloquean de alguna forma”, agrega un psicólogo de familia.