La vía que une a Monterrey con la frontera de Reynosa y McAllen es, entre otras cosas, fundamental para el ahora popular concepto del 'nearshoring', para el comercio de la dinámica región Noreste y hasta para el turismo entre Nuevo León y Texas.
Por eso no tiene ningún sentido el que tengan en tan paupérrimas y lamentables condiciones ese filtro militar ahora operado por la Guardia Nacional y que está ubicado en el kilómetro 167 de dicha vía, aún en suelo nuevoleonés, que nomás de acercarse “da miedo” y provoca largas filas retrasando hasta en varias horas el destino de los viajeros.
La verdad es que el susodicho retén hasta da vergüenza, pues no parece montado y operado por una “autoridad”: está formado por tambos viejos, llantas usadas, pedazos de concreto y los elementos que ahí atienden lo hacen desde chozas hechizas, como si fuera un bloqueo temporal improvisado al aventón, muy lejos de como debería lucir un filtro que lleva más de 25 años de existencia.
Cuentan que ese retén lo puso en su momento Zedillo, presionado por Estados Unidos ante la creciente inseguridad de la frontera. Desde entonces está ahí y ni por su largo tiempo se han dignado en construir una instalación digna, ya no se diga eficiente, segura y “primermundista”.
Lo peor es que es sumamente ineficiente: sólo tiene un carril, a veces únicamente lo atiende una persona, que cuando revisa es sumamente lenta, convirtiendo dicho paso en un embudo desesperante y completamente impráctico.