Recuerdan a paramédico por su alegría y vocación de servicio

Familiares y amigos se reunieron en una funeraria del Centro de Monterrey para darle el último adiós al paramédico Gerardo Martínez

En silencio, las ambulancias llegaron a la funeraria. No hay luces rojas y las sirenas están calladas. Murió Gerardo, uno de los paramédicos que el 2023 fue agredido por aficionados de Rayados.

Desde que fue víctima de la violencia en el futbol no volvió a ser el mismo, pero su familia recuerda el legado de ayudar al prójimo.

“Perdimos a un gran padre, un gran hermano, un gran hijo, esposo; un gran paramédico, él quiere ser recordado como un gran paramédico, fue voluntario muchos años”, expresó Esperanza, esposa de Gerardo.

Gerardo salvó vidas, no importó si le iban a los Tigres o Rayados o si tenían una religión o no; Esperanza recuerda su alegría y su vocación de servicio, el legado que le dejó como compañero, cuando ambos fueron paramédicos.

“Él siempre fue así, el voluntariado era tener, lo mejor, la paga era la sonrisa de las personas, el agradecimiento, eso es, yo creo la mejor paga que puedas recibir, no hay algo monetario que te dé más satisfacción que la paga de una sonrisa, de unas gracias, de ver a alguien bien”.

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Con un golpe en la ambulancia, la vida de Gerardo cambió aquel 28 de agosto de 2023, cuando terminó el partido Monterrey-Cruz Azul en Guadalupe, ese ruido lo hizo bajar de la ambulancia y sin saber por qué, le dieron otro golpe hasta tirarlo y dejarlo inconsciente.

Las imágenes de su cuerpo boca abajo, siendo pateado y golpeado, se hicieron virales en redes sociales como evidencia de la violencia en el futbol, pero Esperanza accede a platicar con Azteca Noticias sin tocar este tema, ella sólo quiere recalcar que Monterrey perdió a un hombre que salvó vidas.

“Vale la pena la satisfacción que te queda ayudar a los demás, vale la pena porque es algo que te nace, es un amor a lo que estás realizando y es algo que vale la pena, ver a los demás contentos a pesar que tu riesgo es mucho y eso es algo que él tenía”.

Aunque la calle de Doctor Coss entre Madero y Colón es una calle obscura que sólo ilumina la poca luz que sale de la funeraria, se ven los amigos y la familia que no dejó solo a Gerardo, que después de la agresión tuvo recaídas y enfermedades que no le quitaron el ánimo de seguir ayudando.

“Siempre fue muy amiguero, aquí está su familia, sus hermanos que nunca los dejaron solo, mi familia que tampoco lo dejaron solo, sus compañeros de trabajo, sus excompañeros de Protección Civil, los voluntarios, aquí te muestra la gran calidad de persona que era”.

Gerardo trabajó 19 años en la empresa de ambulancias privada, pero también fue voluntario en Protección Civil del Estado y en Hualahuises; su legado vivirá en cada vida que logró salvar e inspirar para vivir sin violencia, sin distinguir colores o equipos de futbol.


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