Alguna vez se ha preguntado ¿qué tan chismosos somos los regios?, para responder dicha pregunta decidimos realizar un experimento social en el que se realizan llamadas de teléfono incómodas cerca de personas extrañas y ver si voltean curiosamente o si reaccionan ante el chisme.
Aunque no lo crea, al escuchar alguna noticia impactante o a una persona exaltada, las miradas son inevitables y durante el experimento queda expuesto como es inevitable voltear a ver como mínimo para conocer quién cuenta semejantes cosas.
Incluso y para llevar el experimento a un extremo, se involucró en la llamada a los sujetos de prueba y se volvían cómplices en un engaño, a pesar de no conocer al que realizaba la llamada o no tener contexto de la situación, sin pensarlo le entraban al chisme incluso si eso involucra echar una mentira.
Esto abre una vertiente para tener cuidado de dónde y cuándo tenemos conversaciones importantes, pues no sabemos quién pela el oído para obtener información, porque como verá en este experimento, los regios verdaderamente somos chismosos.