Jonathan Medina es un regiomontano que presume sus dotes artísticos en las calles del centro de Monterrey, donde deja a todos con la boca abierta.
"El amor me surgió cuando vi a un malabarista en un crucero en Apodaca, hacía malabares con fuego, entonces me llamó la atención, me acerque a el, me enseño lo básico, fui practicando, fui viajando", dijo Jonathan Molina.
Su pasión la hizo un hobby y con eso logró grandes amistades.
"No tanto mi trabajo porque también me dedico a hacer otras cosas, me dedico a trabajar aparte, esto lo agarro como un hobby, un desestres", dijo.
"He conocido personas a las que les puedo decir amigos, he conocido muchos lugares también y aprendido a tener paciencia y a conocer el arte circense", añadió Jonathan.
Hasta el hijo de Jonathan sigue sus pasos y él está feliz por ello.
"De hecho mi hijo ya empieza a hacer malabares, me da gusto pero yo se que el puede superarme, no tanto en el arte circense sino, en mejor persona. Eso es lo que yo le aportaría a él. Que estudie, si lo quiere combinar, que viaje, que conozca mucha gente", concluyó Jonathan Molina.
Es así, como el amor al arte nos impulsa a hacerlo y aportar un granito de arena a nuestra familia.