Un día la casa de José se quemó. El incendio apareció de repente en el cuarto donde dibujaba y dormía. Todo se volvió cenizas. Las llamas aparecieron enormes frente al hombre de oficio carpintero.
Fue el viernes 28 de julio en la calle Montemorelos, de la colonia Nuevo León, en Guadalupe.
Eran las cuatro de la tarde, mientras José hacía una maceta para vender y un foco se encendía y apagaba. No le dio importancia, pero ahora imagina que fue una advertencia de que el cableado en la colonia estaba deteriorado, cuando reaccionó, el calor de las llamas era insoportable.
José tenía miedo. Sentía el corazón salir de su pecho, mientras el triplay y las maderas se quemaban junto con su ropa y los dibujos que hacía para diseñar muebles que luego con la sierra que le regalaron construía. Ya nada existe y con 72 años sólo pide ayuda para volver a trabajar.
“Yo quisiera que me dieran unas láminas para fabricar de vuelta mi casa. Si me regalan madera también lo agradezco bastante. Toda la vida lo voy a agradecer. Si alguien tiene una sierra que no ocupe o si me la vende o regala”, pide José Puente Rodríguez a través de INFO7.

Con las llamas crecidas, clamó: “Dios mío, ayúdame”, pues iba a atravesar el fuego.
De pronto se escuchó una voz. Entre el crujir de la madera, se oyó: “José, no se vaya a quemar; José, véngase para acá”. Era su vecino que, desde la parte de atrás de su casa, le brindó una escalera para salvar su vida.
El hombre logró salir, sólo para ver cómo su patrimonio se terminaba. Ahora sólo quedan escombros, una pared de block negra por el tizne y láminas blancas arrugadas por el calor. Árboles con hojas cafés muestran lo alto que llegaron las llamas y en medio del desastre, José, con esperanza.
“Yo le voy a decir una cosa: Dios me va a dar la ayuda también. Aquí como quiera tengo tarimas para vender, a veces me traen 20 pesos, 30 pesos, con eso subsisto y compro comida con lo que me da la gente”.
José sigue en su casa. Ahora sin techo, sólo tiene una lona rota que cubre la cama y colchón que le dieron los vecinos para que no durmiera en el suelo. Su mesa de trabajo sobrevivió y ahí pone el agua o comida que le regalan. Las cenizas rodean al hombre que usa un palo como bastón.
Entre la desolación, tuvo un momento feliz. El calor de las llamas aún se sentía, cuando a lo lejos, en la esquina donde la calle Montemorelos choca con la Ocampo, vio a sus hijos, después de varios meses.
Para José, la familia es más importante que lo material. Dios decidió mantenerlo vivo y, aunque pide ayuda para volver a trabajar, lo que más quiere es un abrazo de su mamá.
Él está preocupado porque ella se aflija por su hijo, por eso deja un mensaje a María del Carmen, mujer de 92 años que vive en Santa Catarina.
“Mami, estoy bien mami, no me pasó nada, a ver si vienen a verme”. José abraza la nada y se queda en silencio.
Espera que este mensaje llegue a su mamá y con sus hermanos lo lleguen a ver, pues sobrevivió al incendio, busca ayuda para trabajar, pero un abrazo de su “jefecita”, le ayudará también.