Don Roberto Mendoza tiene 37 años aguantando a unas vecinas incómodas: las pedreras.
En la colonia Rincón del Poniente, en Santa Catarina, él se pasa limpiando su casa, pero más tarda en hacerlo que el polvo en regresar.
Las partículas contaminantes provienen de las pedreras, los negocios dedicados a extraer piedra caliza de los cerros.
La zona parece una permanente postal de nieve, porque el entorno y la vegetación están en tono blanquecino o gris; parece el esmog londinense que por décadas hemos visto en imágenes provenientes de Inglaterra, pero no: son las pedreras, que hace 40 años comenzaron a llegar a la zona y desde entonces causan a los colonos enfermedades respiratorias y daños en ojos y piel.

“Tengo viviendo aquí 37 años. Cuando llegamos ya estaban las pedreras, deben estar a más de 15 kilómetros de la casa-habitación, aquí están a un kilómetro. Yo estoy usando gotas, tengo que barrer, he andado malo de los ojos”, dijo don Roberto.
Él barre, pero de nada sirve. “Porque en la tarde va a estar igual, los barandales, las puertas, y las enfermedades respiratorias”, se quejó.
Los días que los residentes escuchan que el municipio de Santa Catarina amaneció con buena calidad del aire, ellos no hacen caso, pues para ellos todos los días hay contaminación de las pedreras; eso es el pan de cada día, sin tregua.
Otra vecina, doña Juany Torres, lamenta el daño a la salud.
Este miércoles, ella cumple 73 años de vida, 32 de ellos viviendo en la zona y aguantando a las pedreras.
“Mis ojos todos llorosos, mi boquita como que me quiere dar gripa, tengo 32 años viviendo aquí, uno siente luego el polvito”, lamentó Juany Torres.