Sergio García Kabande llevaba una vida ordinaria, marcada por la tranquilidad familiar y un buen desempeño académico, hasta que un hecho inesperado transformó su destino de manera irreversible.
Un accidente automovilístico ocurrido en 1982 cambió por completo el rumbo de su vida y lo obligó a enfrentar, desde muy joven, una nueva realidad marcada por la discapacidad, el duelo y la reconstrucción personal.
De acuerdo con el testimonio de García, el percance fue provocado por un conductor que manejaba bajo los efectos del alcohol.
El impacto sacó al vehículo del camino, provocó varias volcaduras y dejó consecuencias devastadoras.

La conductora del automóvil perdió la vida en el lugar, mientras que Sergio fue proyectado decenas de metros fuera del vehículo, quedando gravemente herido, otras jóvenes que viajaban como pasajeras también sufrieron lesiones de consideración.
“Un borracho nos cerró, nos volteamos y la que manejaba murió y yo salí 50 o 40 metros disparado y las muchachas que iban atrás tuvieron lesiones graves, pero ya no sé mucho de eso”, relató García Kabande.
Como resultado del accidente, Sergio permaneció tres meses en coma, iniciando así un largo proceso de recuperación física y emocional, el propio García reconoce que, tras despertar, comenzó una etapa marcada por el dolor, la confusión y el cuestionamiento personal.
Durante años enfrentó no solo las secuelas físicas del accidente, sino también una profunda crisis emocional y espiritual.

En ese periodo, relata haber vivido una lucha interna para aceptar su nueva condición, hasta que encontró un sentido distinto a su experiencia, enfocándola no en la pérdida, sino en el propósito.
“Estaba peleándome con Dios ¿Por qué me hiciste esto a mi? ¿Yo qué te hice? ¿Por qué yo? Yo era perfecto y mira la mugre que soy ahora y de repente escuche una voz que me dijo Checo no preguntes ¿Por qué? pregunta ¿Para qué?”, externó García Kabande.
Sin embargo, la reintegración a la vida laboral no fue inmediata, durante casi dos décadas, Sergio enfrentó el rechazo sistemático del mercado de trabajo. La discapacidad se convirtió en un obstáculo constante para acceder a un empleo formal, pese a contar con preparación y capacidad profesional.
Fue hasta que, de manera fortuita, mientras boleaba zapatos en la vía pública, conoció a una persona que le ofreció una oportunidad laboral que marcaría un punto de inflexión en su historia.

Ese encuentro lo llevó a integrarse a Cemex, empresa donde desarrolló gran parte de su vida profesional hasta su retiro. Dentro de la compañía, García desempeñó un papel clave en la sensibilización y selección de personal, impulsando la contratación de personas con discapacidad, incluidas aquellas con formación profesional.
Desde su experiencia, destacó que la inclusión laboral no solo es posible, sino necesaria, cuando existen voluntad y políticas empresariales claras.
“Mi labor era de sensibilizar y me gusta mucho de selección para personas con discapacidad, así como yo profesionistas, en Cemex se contratan profesionistas con discapacidad ese fue el toque que la empresa decidió darle”, añadió García Kabande.
Lejos de detenerse tras concluir su etapa laboral, Sergio García ha convertido su voz en una herramienta permanente de lucha social. Actualmente, su activismo se centra en la defensa de los derechos de las personas con discapacidad, especialmente en el respeto a los espacios de estacionamiento exclusivos.

Denuncia que, de manera cotidiana, estos lugares son ocupados por personas sin permisos, placas o acreditaciones, reflejando una falta de conciencia social y de aplicación de la normativa vigente.
“Mi lucha ha sido siempre por ayudar a que se preserven los lugares de estacionamiento para personas con discapacidad, nadie respeta, nadie, nadie, tú vas a un HEB a un Soriana a cualquier centro comercial está lleno los de discapacidad, ninguno tiene permiso, ninguno trae placa nada”, destacó García Kabande.
La historia de Sergio García Kabande es un reflejo de las consecuencias de la irresponsabilidad al volante, pero también de la capacidad humana para resignificar la tragedia.
Su trayectoria evidencia las barreras que aún enfrentan las personas con discapacidad en México y subraya la urgencia de avanzar hacia una inclusión real, no solo en el discurso, sino en la práctica cotidiana.
