Cumple 40 años Basílica de Guadalupe; así surgió el proyecto

Ubicado en el popular barrio de la Independencia, el sitio donde los feligreses demuestran su fervor a la Virgen de Guadalupe cumple 40 años de historia

El acontecimiento podría pasar desapercibido porque el Día de la Virgen de Guadalupe lo opaca todo, pero entérese, este edificio de la Basílica de Guadalupe, en la colonia Independencia, en Monterrey, está de manteles largos: justo está cumpliendo 40 años de haberse inaugurado para albergar ríos de fe y de amor por la guadalupana.La placa lo dice claramente: el 11 de diciembre de 1982 abrió sus puertas; y a los pocos días el Vaticano la erigió en Basílica. La primera piedra se colocó el 30 de mayo de 1978. Duró cuatro años y siete meses en construcción.El proyecto fue del prestigiado arquitecto capitalino Pedro Ramírez Vázquez, con un diseño parecido al Cerro de la Silla.El altar es una piedra traída del Cerro del Tepeyac, donde en 1531 se apareció la madre de Dios. En Monterrey, este templo guarda nuestra fe.Un testigo de la historia que rodea a este inmueble es el escultor regiomontano Cuauhtémoc Zamudio.En 1981, un año antes de la inauguración de la Basílica, él ya tenía lista la enorme estatua de bronce del Papa Juan Pablo Segundo, que el Arzobispado le pidió crear para conmemorar la primer visita de Su Santidad, la de 1979.El propio arquitecto Ramírez Vázquez hizo el pedestal para la escultura de Zamudio, pues quería cerciorarse de que lo que estuviera a un lado de su Santuario también luciera. Ocho años después, en 1990, durante la segunda visita del Papa Viajero, Zamudio le entregó personalmente una réplica de la estatua.Zamudio es guadalupano de corazón, no sólo porque de niño fue vecino de la Virgen, pues vivía a escasos metros del antiguo Santuario, sino porque su mamá se lo inculcó; y llevarla a la inauguración de la estatua el 10 de mayo de 1981 fue el mejor regalo de las Madres.Hasta el final de sus días, Juan Pablo Segundo tuvo la réplica en su alcoba.En la estatua y su réplica, sobresalen dos gestos: la sonrisa inocente y los brazos abiertos, como si el Papa nos quisiera abrazar.A la estatua de Juan Pablo Segundo, sólo le falta hablar..Y a la Basílica, le falta que Usted la vaya a admirar.


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