A 13 años, recuerda vidas que salvó en el Casino Royale

Gerardo Rocha Almanza arriesgó su vida para salvar a decenas de personas que estaban atrapadas tras el incendio en el Casino Royale

Gerardo Rocha Almanza trabajaba en el Casino Royale en Monterrey, aquel 25 de agosto de 2011 cuando 52 clientes y empleados murieron en el peor ataque cometido en el país contra civiles inocentes.

El atentado está cumpliendo 13 años.

Aquella tarde, cuando en la terraza del Casino reparaba una fuente de poder, este ingeniero en Sistemas Computacionales se alarmó cuando los clientes, buscando salvarse, empezaron a subir hasta esa área para intentar saltar al vacío, lo que hubiera sido mortal por la altura de 20 metros.

Así que a José Gerardo se le ocurrió poner su espalda como si fuera un "banquito".

"Estaba otro compañero conmigo y le dije: ¿sabes qué? voy a poner unas tarimas, me voy a subir arriba de las tarimas y en las tarimas tú me vas a poner a la gente arriba de mí, vi la opción que se pusieran arriba de mí, poniéndome como banquito, jale a la primera persona y la subí  para que pasara al estacionamiento de caracol y se fuera, y dije: si pude con la primera, voy a poder con las demás", recordó. 

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En medio del fuego, él salvó a unas 40 personas, entre ellas una mujer embarazada y una abuelita de 80 años de edad. 

"Saqué a toda la gente y el humo y ya ahí el humo ya era muy fuerte", explicó.

Pero le faltaba salvarse a sí mismo. Estaba débil y su asma se complicó, sintió que era el fin, pero pensó en su esposa embarazada, le pidió a Dios que le permitiera conocer a su hija, y en eso estaba cuando lo rescataron.

"Llegó un bombero y me dice: "Gerardo vámonos", subí  las escaleras, me salí corriendo", relató. 

A partir de ahí, a él lo bautizaron como "El héroe del Royale”.

Tenía la espalda desecha, pero cumplió con su deber. 
 
"Yo soy la persona que ayudó a toda la gente. Fui como un líder para ellos porque mucha gente se quería aventar al vacío", comentó, orgulloso. 

Su estatura de un metro con 80 centímetros facilitó la hazaña, pero para él fue una obra divina. 

"La verdad siempre lo he dicho: que fue gracias a Dios", sostuvo. 

Actualmente, es cronista de partidos deportivos y se hace llamar "El narrador del pueblo". 

Trabaja en una empresa dando soporte de red, pero le gustaría mejorar, por su familia. 

"Estoy bien en el  trabajo en que estoy, pero si hay una oportunidad y alguien me puede tender la mano, con toda confianza", planteó. 

A 13 años, en el sitio de la masacre hay un negocio de inodoros y tubería. 

Afuera, hay un memorial… y muchas cruces en el suelo.


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