En medio del dolor y la violencia que sacudieron el Centro de Culiacán el pasado 18 de julio, una imagen rompe el alma: un perrito negro permanece acostado afuera de un local, sin entender que su compañero humano ya no volverá.
“El Negro”, como lo apodaron los locatarios por el color de su pelaje, solía acompañar a su dueño todos los días a un establecimiento conocido como “jugada”.
Ese viernes, hombres armados irrumpieron en el lugar y abrieron fuego, dejando dos muertos y dos heridos. Uno de los fallecidos era quien cuidaba de él.
Desde entonces, “El Negro” no se ha movido. No ladra, no busca comida ni abrigo; solo espera, fiel y confundido, mirando la puerta por donde su amigo solía salir para abrazarlo.
Óscar Sánchez, líder de los locatarios, relató que el perrito ha permanecido en el sitio desde el ataque, ajeno a la tragedia. “Quizá no entiende que su mejor amigo salió en una bolsa blanca y no regresará. Ahí está, esperando que alguien le diga que ya no vendrá... o que alguien lo lleve con él”, expresó.
En medio del caos, la escena de este can abandonado se ha convertido en símbolo del dolor silencioso que también dejan la violencia y el abandono.