Dicen que tener imaginación es una virtud; sin embargo, algunas personas la usan para cometer actos delictivos y tal es el caso de los narcotráficantes en Sinaloa.
El protagonista de esta historia es un pequeño oso de peluche que se convirtió en el escondite perfecto para los delincuentes, quienes buscaban transportar frascos con codeína, una droga potencialmente letal derivada del opio.
El descubrimiento ocurrió en el estado de Sinaloa, cuando miembros de la Guardia Nacional, apoyados por perros entrenados, efectuaron una revisión en una empresa de mensajería y paquetería situada en el municipio de Culiacán.
Durante el operativo, los agentes seleccionaron al azar varios paquetes destinados a diferentes localidades para someterlos al agudo olfato de los canes entrenados. Fue entonces cuando una caja de cartón dirigida a Tijuana, Baja California, llamó la atención.
Una inspección meticulosa reveló un gran oso de peluche beige que en su interior ocultaba los frascos con una sustancia morada conocida como "lean", una droga que tiene como componente principal la codeína, un químico derivado del opio.
El oso de peluche y la peligrosa droga fueron inmediatamente confiscados y trasladados a la Agencia del Ministerio Público Federal en la región, donde se iniciaron las investigaciones pertinentes para dar con los responsables de este intento de contrabando de narcóticos.
La codeína y sus peligros
La codeína es un narcótico elaborado a partir de la resina obtenida de la planta Papaver, también conocida como opio. Su uso recreativo y combinación con otras sustancias, como refrescos y dulces, ha dado lugar a la famosa "Purple Drank", una bebida casera que puede producir una sensación de relajación, pero que en dosis elevadas puede resultar en euforia.
No obstante, los especialistas advierten que el abuso de codeína puede desencadenar intoxicación aguda y adicción, además de acarrear problemas de salud como insomnio, ansiedad, infecciones del tracto urinario y daños dentales.
Los síntomas de su consumo incluyen la dilatación de las pupilas, dolor abdominal, mareos, palidez, euforia, bradicardia, relajación muscular, habla confusa, problemas de coordinación y respiratorios. En casos extremos, el uso excesivo puede resultar en pérdida de memoria y, lamentablemente, incluso en la muerte.