Guillermo del Toro volvió a colocar al terror dentro de la conversación global a partir de sensibilidad, humanidad y reinterpretación emocional. Su nueva adaptación cinematográfica de ‘Frankenstein’, clásico literario de Mary Shelley, se ha convertido en un fenómeno dentro de crítica y conversación digital por su aproximación estética, artesana y conceptual, donde la criatura no es un símbolo de monstruosidad, sino una representación de dolor, vulnerabilidad y empatía.
Gótico físico, tacto y cero artificio digital
Del Toro apostó por una composición visual gótica y profunda, construida sobre diseño material tangible. La película no recurrió a fondos digitales, ni apoyo de Inteligencia Artificial, ni estética pastel estilizada. Toda la producción se realizó con sets físicos, locaciones reales y construcción a escala. Según The Hollywood Reporter, el cineasta rechazó de forma absoluta la estética tipo museo que en ocasiones acompaña adaptaciones de época, y declaró que buscaba que la película se sintiera tangible, real, material, como si el espectador estuviera dentro de ese mundo.

Cambio de protagonista en plena preproducción
Uno de los datos más significativos detrás de este proyecto ocurrió durante el desarrollo previo al rodaje. Andrew Garfield fue originalmente elegido para dar vida a la criatura. El equipo de maquillaje desarrolló diseño prostético específico para su físico durante nueve meses. Sin embargo, por conflictos de agenda, Garfield abandonó el proyecto semanas antes de filmar. Fue entonces que Jacob Elordi fue seleccionado y debió iniciarse un rediseño de emergencia. El equipo de FX ha declarado que ese proceso tomó meses en construirse y días en destruirse para comenzar desde cero.
Jacob Elordi entrenó técnicas corporales extremas
Para construir el lenguaje de la criatura, Elordi se adentró en butoh japonés —danza extrema que trabaja dolor, rigidez, muerte y silencio corporal— además de estudio de canto gutural tibetano y mongol. Del Toro explicó a Rolling Stone y People que buscaban una voz que no sonara humana pero que transmitiera emoción. Lo físico se volvió núcleo expresivo.

Transformación manual: más de 40 prótesis diarias
La criatura no tiene CGI. El maquillaje incluía más de 40 piezas prostéticas colocadas diariamente, en jornadas de entre cinco y siete horas. Esa estructura manual incluía placas craneales, capas de piel falsa, suturas móviles y musculatura externa creada pieza por pieza.
Documental sobre la película
Como complemento, la plataforma estrenó también ‘Frankenstein: una lección de anatomía’, documental que detalla proceso artesanal, construcción visual, decisiones y filosofía detrás del proyecto. Para fanáticos del director, funciona como llave para dimensionar de dónde nace la sensibilidad y de qué se alimenta técnicamente esta reinterpretación.

Del Toro volvió a demostrar que la monstruosidad puede ser otra forma de humanidad, y que lo físico, lo manual y lo material todavía pueden sostener una gran pieza de terror sin renunciar a la poesía.