Familias disfrutan del Clásico y el pase de la Pandilla
Miles de aficionados disfrutaron en la cancha del Gigante de Acero el partido de vuelta de los cuartos de final entre Rayados y Tigres
Las familias regiomontanas disfrutaron la edición 137 del clásico que enfrentó a los Rayados del Monterrey y los Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León y que significó el pase de los de la Pandilla a las semifinales de la Liga MX.
Ambas aficiones se dieron cita en el estadio BBVA en Guadalupe, en donde se pudo observar niños, niñas, adultos mayores, personas con algún tipo de discapacidad específica, pero todos con algo en común: el amor por el futbol.
Desde las seis de la tarde las aficiones se dieron cita para apoyar a sus equipos, la avenida Pablo Livas se llenó de playeras azules y blancas del equipo local o auriazules por los visitantes, pues no era poca cosa eliminar del torneo al acérrimo rival.
Las porras empezaron a llenar las calles aledañas y la se volvió a dar muestra porqué Nuevo León es una de las plazas con mayor pasión para el futbol, pues no se deja de apoyar a sus equipos, ganen o pierdan.
“Arriba los Tigres, no nos agüitamos, aquí seguimos todavía”, dijo uno de los aficionados auriazules, "nos tocó perder, verdad, pero es futbol”.
Pero los ganadores celebraron porque esta vez les tocó a ellos.
“Jordi, cuando te vea, te voy a dar un beso donde tú quieras, cabrón; te quiero mucho Jordi Cortizo”, dijo un aficionado rayado.
Ahora Rayados enfrentará al Cruz Azul y, para aquellos creyentes, la decisión de dejarse los bigotes por parte de aficionados y jugadores parece funcionar y esperan que sirva para que Tano Ortiz, el director técnico rayado, por fin logre avanzar a una final del futbol mexicano.
“El poder del mostacho sí jaló; la cábala del bigote no acaba”, finalizaron los aficionados de la Raya.
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