La ciudad de Torreón atraviesa nuevamente un periodo de mala calidad del aire, impulsado por una combinación de factores estructurales como la actividad industrial, emisiones vehiculares, altas concentraciones de partículas suspendidas y un sistema de monitoreo ambiental con deficiencias que dificulta medir con precisión la magnitud del problema, sin que hasta la fecha la administración del alcalde Román Alberto Cepeda, haya hecho algo para minimizar la situación.
De acuerdo con especialistas y reportes locales recientes, las fuentes más significativas de contaminación continúan siendo las industrias asentadas en la región —principalmente cementeras, caleras y ladrilleras— que emiten partículas PM10 y PM2.5 al ambiente.
A estas emisiones se suma el polvo propio del entorno desértico de La Laguna, incrementado por obras de construcción, suelo seco y condiciones climáticas que favorecen la dispersión de partículas.
Otro elemento central es el transporte. La circulación vehicular sigue siendo uno de los principales generadores de dióxido de nitrógeno (NO₂) y de partículas finas, particularmente en zonas de alta movilidad urbana.
A esto se agregan factores meteorológicos como inversiones térmicas, ausencia de lluvias, viento débil y cambios de estación, condiciones que propician que los contaminantes permanezcan atrapados sobre la ciudad durante horas o incluso días.

Las alertas recientes por “mala” y “muy mala” calidad del aire han llevado a las autoridades a recomendar a la población —especialmente niños, adultos mayores y personas con enfermedades respiratorias— limitar su actividad física en exteriores.
Los riesgos más reportados incluyen incrementos en casos de asma, bronquitis, infecciones respiratorias y complicaciones cardiovasculares.
Un diagnóstico actualizado sobre la red de monitoreo ambiental en Coahuila revela también limitaciones técnicas como pocas estaciones operativas, mantenimiento irregular, falta de personal especializado y presupuesto insuficiente.
Estas fallas comprometen la precisión de los datos y reducen la capacidad de las autoridades para tomar decisiones rápidas y basadas en evidencia, lo que provoca que muchas zonas urbanas carezcan de información confiable sobre sus niveles reales de contaminación.
En conjunto, la evidencia apunta a que la contaminación atmosférica en Torreón es un problema estructural que combina factores naturales, industriales y urbanos, y cuyo impacto en la salud pública continúa siendo significativo.
Especialistas coinciden en que la región requiere reforzar su monitoreo ambiental, reducir emisiones industriales y vehiculares, mejorar la planeación urbana y fortalecer campañas de prevención sanitaria, con el fin de mitigar los riesgos para la población.
