Hace cien años, en el barrio del Águila de Oro en Saltillo, Don Víctor Ramos Mendoza comenzó a escribir una historia que se convertiría en legado.
Con una carreta de madera, tres barricas de nieve y su burrita Reynalda, recorría las calles ofreciendo nieve artesanal, elaborada con leche bronca y frutas de temporada, siguiendo la receta que le enseñó su madre, Doña Tranquilina Mendoza.
A través de ese oficio, Don Víctor sostuvo a su esposa María Lara y a sus once hijos.
Aquel emprendimiento, pronto se transformó en una tradición que ha perdurado por un siglo y que hoy forma parte de la identidad gastronómica de la ciudad.

Las Nieves Ramos son reconocidas por generaciones de saltillenses que crecieron con su sabor y que hoy las siguen buscando cada temporada.
Con el paso del tiempo, la producción evolucionó sin perder su esencia.
De las tres barricas originales, la familia Ramos opera actualmente con más de 160, distribuidas en 30 puntos de venta.
En los meses de abril a septiembre, llegan a producir hasta 240 litros diarios, manteniendo la receta original, aunque con procesos de batido mecanizado.
El legado de Don Víctor ha sido preservado por cuatro generaciones.

Su hija, Rosy Ramos, recuerda cómo su padre inculcó el valor del trabajo, la disciplina y el trato afectuoso tanto a sus hijos como a sus clientes.
Para ella, este centenario es motivo de gratitud, no solo por los logros alcanzados, sino por el impacto que la nieve ha tenido en la vida de la familia: con esfuerzo, logró que varios de sus hijos estudiaran una carrera y forjaran un futuro.
Sus nietas, Ana María y María Guadalupe Hernández Ramos, también participan activamente en el negocio. Ambas destacan la unión familiar que ha girado en torno a las nieves y cómo, desde niñas, supieron que continuarían con esta herencia.
Para María Guadalupe, se trata de la mejor herencia que pudieron recibir, mientras que Ana María reconoce que las nieves han sido una base que permitió a la familia crecer, estudiar y trabajar unida.
Actualmente, la familia evalúa ampliar su presencia a otras ciudades, como Monterrey, donde cada vez más personas viajan exclusivamente a comprar sus nieves.
Algunos clientes incluso las solicitan por litro para llevárselas a otras partes del país o del extranjero, lo que ha abierto la posibilidad de expansión.
A 100 años de su fundación, Nieves Ramos sigue refrescando los días cálidos de Saltillo y manteniendo viva una historia familiar basada en el esfuerzo, la tradición y el sabor que permanece en la memoria colectiva de la ciudad.
